El Barroco es una etapa de la Historia que se desarrolla entre los años 1600-1750. A diferencia del Renacimiento, el hombre no va a buscar el ideal de belleza en el equilibrio y la armonía, sino que buscará exaltar las pasiones, sorprender al espectador, «moverle» los sentimientos…
El modesto comienzo de la música barroca estaba condicionado por la Iglesia, por la resurgida Contrarreforma y por el fervor profundamente religioso y apasionado de los jesuitas. Y fue por eso que en los albores del siglo XIV Juan XXII, monarca italiano, prohibió las tempranas melodías barrocas, llamadas por entonces ‘canzon da sonar’ (‘canción para tocar’) como base en diversas partes de la misa, y que a mediados del siglo XV, el Papa Pío IV recomendara a los obispos excluir de las iglesias toda música ‘con elementos impíos y lascivos’. También estaban músicos eclesiásticos, eminentes y autorizados, para quienes la música sacra enfrentaba el peligro de ser reemplazada por otra casi diabólica. Sea por lo que fuere, ya en pleno siglo XVII la ejercitación del barroco invadía todo el campo de la música eclesiástica.
La música religiosa siguió teniendo mucha importancia en el barroco. La Iglesia la necesita para la transmisión del evangelio. Tanto en el catolicismo como en el protestantismo surgen nuevas formas musicales como el oratorio, la cantata, la pasión y la música de órgano. Destacan autores como Giacomo Carissimi, Heinrich Schüzt, Georg Philipp Teleman, Juan Sebastian Bach o Henry Purcell.
Veamos algunos ejemplos de musicalización barroca de los salmos: Sigue leyendo