A lo largo de nuestro itinerario por la música y la liturgia hemos tratado ya de forma explícita el tema de la “comunicación” como fundamento sobre el que apoyar la acción litúrgica. No nos quedamos en el símbolo o en el rito sino que dirigimos nuestra acción litúrgica a Dios para que toda la asamblea, abierta a la trascendencia, sea santificada y conducida al paraíso prometido. La liturgia cristiana no es unidireccional, no celebramos para nosotros mismos, sino que a través de los gestos y los símbolos nos comunicamos con Dios Padre que nos ha pedido que nos reunamos para que así, cuando estemos dos o más reunidos en su nombre, él pueda estar en medio de nosotros. Esta comunicación es necesariamente bidireccional pues nos dirigimos a Dios Padre pero también él se dirige a nosotros, viene a nosotros, pone su tienda en medio de nosotros. Por nuestra parte hay un problema y es que no sabemos bien cómo expresarnos, cómo dirigirnos a Dios, por eso utilizamos los símbolos y la música como instrumentos de comunicación y de expresión de nuestra fe.
Otro de los grandes temas que abordó el Concilio Vaticano II fue el de la Evangelización de los pueblos (Lumen gentium). La preocupación por salir al encuentro del hombre de nuestro tiempo hizo que los padres conciliares se sintieran especialmente llamados a renovar su compromiso evangelizador: «Cristo es la luz de los pueblos. Por ello este sacrosanto Sínodo, reunido en el Espíritu Santo, desea ardientemente iluminar a todos los hombres, anunciando el Evangelio a toda criatura (cf. Mc16,15) con la claridad de Cristo, que resplandece sobre la faz de la Iglesia.» (LG 1). Esta llamada a anunciar el Evangelio es el leit motiv de la Iglesia desde su nacimiento a pesar de que cíclicamente necesitemos recordarlo para purificar las amalgamas que se nos han ido adhiriendo por el camino y acrisolar así mejor nuestra única y auténtica misión: proclamar a todos los hombres que Cristo es la luz del mundo. Y por supuesto, con un mensaje actualizado, o dicho con las palabras del beato Santiago Alberione, profeta de la pastoral con los medios de comunicación social: «Anunciar el evangelio a los hombres de hoy con los medios de hoy.»
Uno de los medios más eficaces que hemos tenido a lo largo de la historia ha sido la música y, en menor medida pero también de suma importancia, la imagen (los iconos eran auténticas catequesis para la evangelización del pueblo). Por eso, hablando de música, de imagen y de evangelización, quisiera proponer en esta ocasión la figura de un santo, Felipe Neri, y una película sobre su vida y su interés por la música, “Prefiero el Paraíso” (2010). Sigue leyendo