Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso,
Señor Hijo único, Jesucristo.Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.Amén.
Del conjunto de cantos de inspiración bíblica que se compusieron en la primitiva comunidad cristiana, compuestos a imitación de los himnos y salmos, sobrevivió junto a otros pocos —como el Te Deum—, el Gloria, conocido como Himno angélico (por las palabras con las que comienza, las que el evangelista Lucas pone en boca de los ángeles que anuncian el nacimiento de Jesús) o Gran doxología (en comparación con la pequeña doxología, antiquísima también, del «Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…»). Se ha dicho que el Gloria es «el más bello, el más popular, el más antiguo canto cristiano llegado hasta nosotros.».