POST SCRIPTUM

MUSICA Y LITURGIA 1Dice san Lucas en su evangelio (Lc 2, 22-32) que cuando llegó el tiempo de la purificación, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Allí se encontraba un hombre llamado Simeón, al que describe como hombre justo y piadoso en quien moraba el Espíritru Santo. Dice san Lucas que al ver al niño con sus padres, éste lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel
.

Esta oración, también conocida como Nunc dimittis por sus primeras palabras en latín, se ha convertido en el cántico que cierra la oración litúrgica de completas (desde el siglo V se ha recitado en la plegaria nocturna como parte del oficio monástico de las horas). Es la oración del hombre que ve cumplida la promesa de Dios y que, al atardecer de sus días, sólo sabe bendecir a Dios por haberle permitido ver cumplida la salvación que anunciaron los profetas. A partir de este momento se abre un nuevo tiempo para las naciones; la Antigua Alianza da paso a una Nueva Alianza, la noche a la aurora, las tinieblas a la luz…

Pero junto a esta dimensión teológica del Cántico, hay otra perspectiva que me gustaría señalar, la del cumplimiento por parte de María y José de la Ley de Moisés: «Cuando llegó el día de la purificación de ellos, de acuerdo con la ley de Moisés…». Es la experiencia del «cumplimiento del deber» la que se vislumbra como motivación principal del texto. María, José, el anciano Simeón, su esposa Ana… eran hombres cumplidores de la tradición y del deber de «hombres piadosos», capaces de reconocer en los signos la presencia del Dios de las promesas. Cumplían con lo que Dios les había ordenado y por ello podían bendecir a Dios. Es curioso que fuera una pareja de jóvenes, Adán y Eva, quienes abrieron el camino de la Antigua Alianza como camino de fealdad y «maldición» y ahora, al declinar el día, otra joven pareja, José y María, pero a través de una pareja de ancianos, sean los portadores de la Nueva Alianza como tiempo de «bendición» y belleza. El largo camino recorrido por la humanidad en busca de su Salvador se inicia a la vista de todas las naciones pero sólo serán los «piadosos», los rejuvenecidos por la esperanza, los que barruntarán la salvación que anunciaron sus antepasados.

Sin querer —ni mucho menos— asimilar el trabajo realizado en estos Post que preceden a nuestro Post Scriptum¹, a la lírica y emotiva historia del Cántico de Simeón, sí nos gustaría cerrar este largo e incompleto recorrido por la Música y la liturgia cantando y bendiciendo al Señor con un corazón agradecido por haber podido responder a lo que considerábamos un «deber» de reflexión y testimonio de lo que para nosotros es desde hace tanto tiempo tan importante, la oración a través del canto y de la música. Como decía Giorgio Agamben en su «Arqueología del oficio», la liturgia cristiana es paradójica e imposible pues «se dedica a repetir un acto irrepetible, a celebrar lo no celebrable». Cristo murió una vez para siempre siendo él sacerdote y víctima a la vez. Él es en sí el único acto litúrgico, absoluto y perfecto. Cristo, dice Agamben, coincide por completo con su liturgia —es esencialmente liturgia— y es justo esta coincidencia la que le confiere su incomparable eficacia. Pues bien, si la liturgia es un acto irrepetible sólo nos queda «actualizar» el misterio pero en clave de «servicio» (que eso significa la palabra liturgia) y para ello hacen falta dos cosas: (re)conocimiento del misterio de la salvación (ahora, Señor, mis ojos han visto tu salvación) y bendición (oración, plegaria). Y lo que no puede expresarse con palabras toma del sonido y del silencio su máxima elocuencia. Por eso la Música y la liturgia armonizan tan bien para expresar el misterio siempre que no se desvirtúe ninguna de las dos.

En los años setenta leí un cuento que se titulaba «Héroes en zapatillas», en el que con simpáticos dibujos y atractivas viñetas, se buscaba acercarnos a los grandes héroes de la historia metiéndolos en nuestro salón de casa. Lo hacía razonablemente bien porque no devaluaba a los héroes aunque los pusiera en zapatillas. Hoy, con frecuencia, también nosotros hacemos una «liturgia en zapatillas», pero en sentido más bien negativo: celebramos con desgana, sin cuidar las formas, no valoramos los silencios y frustramos la «emoción litúrgica» con nuestra palabrería y desafortunado sentido litúrgico-musical. Nuestros héroes no son tales sino aburridos personajes a los que devaluamos con nuestra descuidada forma de comunicar los acontecimientos salvíficos. Ojalá este repaso por lo esencial de ambas cosas, de la música y de la liturgia, nos permita, desde el (re)conocimiento y la formación, llevar al salón de casa a nuestros hombres «piadosos», empezando por Jesús, nuestro Salvador, a quien hoy hemos visto y oído glorioso y resucitado.

Y así, con la sensación del «deber cumplido», podemos ir en paz agradeciendo a cuantos habéis seguido con interés estas reflexiones y sugerencias, a cuantos nos habéis enseñado lo que aquí hemos sintetizado y a cuantos nos habéis alentado con vuestro agradecimiento y cercanía. Sólo nos queda desear que se haga realidad en vuestras parroquias y comunidades y que celebremos y cantemos, pero bien: «Vivir la Liturgia y sobre todo cantar, cantar, cantar con orden y bien y cantar todos.» San Juan XXIII

 José Luis y Elena

 

¹ El primer post de Bienvenida, toda una declaración de intenciones, De liturgia con cantos a una liturga cantada, se publicó el 27 de abril de 2013.

 

 

2 comentarios

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2 Respuestas a “POST SCRIPTUM

  1. María Dolores

    Hoy escribo en plural.
    Despedida y cierre, todo llega a su fin y vuestros comentarios sobre Música y Liturgia también. Bien sabéis cuánto coincidimos con vuestros comentarios y reflexiones y lo mucho que nos han ayudado a entender el sentido de la Liturgia. Lo único que lamentamos es la falta de comprensión de vuestro proyecto, del que con tanta ilusión formamos parte.
    Os felicitamos por vuestra labor y nos enorgullecemos de contar con vuestra amistad.
    Con nuestros mejores deseos y un fuerte, no, FORTÍSIMO, abrazo.
    Lola y Vicente

    • Lola y Vicente, gracias también a vosotros por vuestro apoyo y cercanía. Lola, no has dejado de comentar ninguna de las entradas del Blog lo que te hace acreedora de nuestro testigo. Apoya allí donde estés esta noble misión de evangelizar a través de la Música y la liturgia. ¡Ánimo!

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