EL FESTÍN DE BABETTE

EUCARISTIAAunque la música está presente en todas las acciones litúrgicas de la Iglesia, en este blog nos centraremos preferentemente en la eucaristía, en ese gran banquete que Jesús nos dejó en su testamento como el lugar privilegiado en donde él mismo se nos ofrece como alimento y fortaleza. En este contexto me viene a la memoria la historia de Babette, una famosa chef francesa que lo perdió todo, pero a la que la gracia devolvió todo desde el momento en que decidió hacer felices a los demás dando lo mejor de sí misma. Es un pequeño cuento escrito por la escritora danesa Karen Blixen publicado en 1958 con el título El festín de Babette, y más tarde llevado a la gran pantalla por el director danés de origen francés Gabriel Axel (1987). Cuenta la historia de una pequeña comunidad de protestantes luteranos en la Dinamarca del siglo XIX. Dos hermanas solteronas, Philippa y Martina, hijas del pastor que dirige religiosa y moralmente esta comunidad, se quedan tras la muerte de aquél al servicio de los fieles, cuidando de ellos y de su fe y renunciando con ello a cualquier posibilidad de disfrute de su propia felicidad. Un día irrumpe en sus vidas Babette, una francesa huida de la Revolución de la Comuna de París quien, a través de la carta de Achille Papin, un cantante de ópera que se había enamorado en su juventud de Philippa, les pide que la acojan como sirvienta en su casa. Tras ganar la lotería, Babette decide proponer y hacerse cargo de un banquete por todo lo alto, hecho que causa gran estupor en la devota población, quienes no ven con buenos ojos ningún tipo de disfrute o placer de los sentidos, sea éste del tipo que sea.

EL FESTIN DE BABETTELa narración tiene una estructura ternaria: tres personajes venidos de fuera (el teniente, el cantante de ópera y la chef), tres momentos narrativos: la acogida del forastero, la preparación de la mesa y el festín y su consiguiente acción de agracias. El eje central de la historia es sin duda la preparación del banquete (ocupa prácticamente la mitad de la narración) y es ahí, en ese largo festín donde se producen todos los cambios en los personajes. Desaparecen los prejuicios y las apariencias, el fanatismo religioso, la falta de amor entre personas profundamente religiosas, los corsés ideológicos que impedían que la alegría de la acción de gracias que están celebrando desgarre sus corazones y les confirme en la fe que tan superficialmente han estado durante años profesando. El milagro se produce a través de la comida en la que alguien venido de fuera les invita dando todo lo que tiene, preparando la mesa y ofreciéndoles los mejores manjares (a sí misma). Es alguien que ha sufrido la humillación de perderlo todo, de pasar de ser el chef más famoso a ser la sirvienta de dos ancianas mujeres de un pueblo alejado de la civilización. Ella, haciéndose como uno de ellos, les muestra su agradecimiento y les invita a salir de ese “valle de lágrimas” en que a veces queremos vivir la experiencia religiosa. La comida, el banquete, se prolonga en una maravillosa sobremesa en la que otro personaje venido de fuera, el ya general Lorenz, hace un discurso sobre la gracia que termina por romper todos los miedos de sus compañeros de sobremesa: «Llega un tiempo en que comprendemos que la Gracia es infinita. Debemos esperar con confianza y recibirla con gratitud». Todo el grupo, cogido de la mano, se dirige al pozo (de donde brota el agua que calma la sed) y canta en círculo alrededor del mismo contemplando las estrellas, las cuales, como dice una de las hermanas, se encuentran más cerca de ellos esa noche.

Muchos han querido ver en esta historia una referencia a la eucaristía. Quizá no es una intención de la autora del cuento pero es evidente que permite hacer ese tipo de lectura. La eucaristía es mucho más que un rito porque promueve y expresa un estilo de vida, de comunión con la creación y con la humanidad donde la ética y la estética no pueden deslindarse. Pero si traigo aquí esta historia es porque me gustaría que pudiéramos retener en nuestra memoria la última imagen, la que cierra la narración: cuando la comunidad se une, rompe sus miserias y come y bebe en común, es cuando el canto les transporta hasta el cielo de una noche estrellada. Un canto que termina con el Aleluya en boca de uno de los personajes más débiles. Os invito a leer esta pequeña historia o a ver la película (ver). No os defraudará. En ella hay mucho de espiritualidad y de música litúrgica.

1 comentario

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Una respuesta a “EL FESTÍN DE BABETTE

  1. Lola

    No he visto la película, pero después de tus comentarios creo que lo haré pronto.
    Me parece muy oportuno el comentario sobre la unidad. Es completamente cierto y todos hemos tenido ocasión de comprobarlo en convivencias, cuando nos centramos en algo, lo demás pierde importancia. Si nos preocuparamos por resaltar lo que nos une en lugar de ensalzar lo que nos separa, descubriríamos que tenemos más cosas en común de las que creemos.

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